5 de agosto de 2015

Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958)

La luminosidad

En la "circular" vida cotidiana abunda la avidez (máxima) de novedades. Un aburrimiento, producto de la asedad inacabable de falta de satisfacción, culpa de la sobre-inflación de accesibilidad actual. En donde se reprime (finalmente) todo acto de creatividad latente y profana, quedando totalmente inactiva. Inhabilitando la "salvación" del ser cotidiano en la fangosa contingencia constitutiva. Así se da a conocer esta "caída", o siempre la búsqueda de lo inútil que el propio -ser- deja entrever.
Finalmente aquí estamos ante la inoperancia y la (sola) voluntad de constituir, y mas aun, de estar en un lugar más prominente, mas avanzado, para así entender la otredad desconocida. 
También existe, y es lo importante, un vértigo (miedo a la "caída") a lo no conocido, a lo inadvertido, a lo no movible, y principalmente a la no-vuelta, a la no-redención. Un miedo propio al saberse. A no volver nunca más a la calidez de la comodidad (falsa).
He aquí que tenemos esta reflexión, de un arte activo, y salvador como es el cine. Que se entiende como -medicina- a una cura. 
Hitchcock quiso así ser el entendido, y darnos mas que nunca hoy un camino libre. Lleno de luz.